domingo, 1 de enero de 2017

EL OTRO VALPARAÍSO

EL OTRO VALPARAÍSO 
EN ESTE SEGMENTO, "EL OTRO VALPARAÍSO"
Refugio de artistas y poetas.

MURALISTAS (Cerro Polanco)
MURALISTAS CERRO POLANCO (JULIO 2019)

MIRADOR MARINA MERCANTE (Cerro Playa Ancha)
MIRADOR POBLACIÓN MARINA MERCANTE (CERRO PLAYA ANCHA)

LUCES DE LA AURORA (Desde el mirador Cerro Panteón)
LUCES DE LA AURORA


SUBIDA O BAJADA ELÍAS (Cerro Cárcel)
SUBIDA (¿BAJADA?) ELÍAS


CHALET PICANTE (Cerro cordillera)
"CHALET PICANTE" CERRO CORDILLERA


ESCALERA  Y ASCENSOR   Cerro Cordillera)
ESCALA ASCENSOR (Cerro Cordillera)


MURO, SILLA Y POESÍA
MURO, SILLA Y POESÍA





ZORRO EN EL CERRO MERCED Y ALGO DE TOPONIMIA SOBRE VALPARAÍSO (CUENTO PORTEÑO ILUSTRADO)
Lo que hoy es el Cerro Merced y toda la parte alta del Almendral era conocida como el Cerro de Las Zorras. Eran los tiempos en que como lo recuerda Joaquín Edwards Bello en "El viejo Almendral", las damas de la aristocracia porteña, encabezadas por doña Juana Ross se reunían en el pasaje que hoy lleva su nombre a organizar labores de caridad mientras sus maridos subían Cerro arriba a cazar zorros. 
La crisis del salitre primero, la industrialización después provocó el proceso migratorio que condujo a mineros primero y campesinos después, expulsados de sus terruños y enganchados en barcos caleteros, a recalar finalmente en un lugar de destino que ni siquiera conocían. 
- ¿Qué mierda hacemos aquí?
Exclamaban los que, amontonados en sus camarotes, solos, o con sus familias, al concluir la travesía y subir a cubierta  vieron por primera vez desplegarse frente a sus ojos la ciudad de Valparaíso,  que por aquellos tiempos no era lo que es hoy, un primer plano, que no alcanzaron a observar y al fondo una accidentalidad geográfica como nunca la imaginaron, destacando una multiplicidad de lomas coronadas por pequeñas casitas autoconstruidas por quienes se habían atrevido a desafiar la altura y  rodeadas de quebradas pintadas con todos los tonos del verde que representaba la vegetación nativa.
Entonces se atrevieron ellos también a escalar los cerros y percatándose que las quebradas imposibles no estaban habitadas, como pudieron limpiaron los espacios donde autoconstruyeron sus casas. 
(A alguien que hoy no recuerdo su nombre le escuché decir "la magia" de Valparaíso consiste en la accidentalidad geográfica del territorio donde sus habitantes, migrantes y afuerinos incluidos, emplazaron la ciudad, y el desafío de los porteños de construir sus casas en quebradas imposibles)
Cuando bajaban al centro y querían  indicar su dirección a quienes les ofrecían visita, los que tuvieron que derribar litres y sus casas quedaron rodeadas de litres decían simplemente  vivo en los litres, otros decían vivo en las cañas, o vivo en la virgen o la cruz cuando los residentes construyeron sus propios santuarios en las cercanías de su hogar con las imágenes que los protegieron desde niños y trajeron para que los acompañaran en la aventura de asentarse en el lugar que eligieron vivir; pero para los porteños de pueblo cuyos ancestros no eran aficionados a la casa del zorro pero hicieron de los almendrales que daban identidad al barrio su patio de juegos, su  referente era la imponente iglesia de la Orden de la Merced
Fue así y como suele ocurrir que, sin la ceremonia correspondiente, a medida que se fue poblando el  viejo Cerro de Las Zorras, sus lomas y quebradas fueron rebautizándose como, Cerro El Litre, Cerro las Cañas, el Cerro la Virgen, La Cruz, el Santa Elena o Cerro Merced.
(Su muerte fue finalmente confirmada cuando los cronistas locales no incluyeron el Cerro de las Zorras o simplemente el Cerro las Zorras entre lo 45 ¿o 48? cerros de Valparaíso)
Por lo demás, como el hábitat de las zorras había sido invadido, su antiguo nombre ya carecía de sentido, por su parte los zorros permanecían cada vez más lejos del plan y finalmente una franja de asfalto (El Camino de la Pólvora) estableció el límite cuyo paso les estaba prohibido.
Los cazadores en un comienzo siguieron escalando los cerros buscando su presa cada vez más arriba, hasta que ellos mismos se trasladaron a vivir en los cerros Alegre o Concepción y el deporte preferido de sus hijos era el Futbol. 
La paz entre cazadores y presas fue tácitamente firmada. 
Sucede entonces que cuando el encierro de los moradores en sus hogares provocado por la pandemia silencia las calles, escalas, pasajes y callejones típicos del "artesanal urbanismo" porteño, los zorros, tal vez  motivados por una mórbida curiosidad se atreven a desafiar el límite e incursionar en el terreno prohibido.
Solo que la imagen que inspira este relato no fue tomada en tiempos de la pandemia del coronavirus sino durante el tremendo incendio que en Valparaíso el año 1914, bajó del monte y huyendo de las llamas abandonaron sus hogares los moradores cerro abajo; y detrás de ellos, los zorros reclamando un hábitat que alguna vez les perteneció.