miércoles, 17 de diciembre de 2025

CHILE 2025. EL PAISAJE POLÍTICO POS ELECCIÓN PRESIDENCIAL.

 

EDITORIAL

RADIO CASA QUINTIL VALPARAÍSO

18 DE DICIEMBRE 2025


CHILE 2025. EL PAISAJE  POLÍTICO POS ELECCIÓN PRESIDENCIAL

¿Cómo queda inmerso el progresismo en la nueva estructura de poder?

Con la elección del candidato del bloque de la derecha radical se cierra un ciclo que enmarca el paisaje en el que se desenvolverá la política chilena durante los próximos cuatro años.

En un primer plano se destacan las dos alianzas que disputaron la elección presidencial.

En un lado la alianza ganadora identificada con la derecha radical encabezada por el candidato del partido ultraderechista Republicano J. A. Kast y por el otro la alianza derrotada encabezada por la candidata del Partido Comunista Jeannette jara.

En la vereda de la derecha, para materializar las propuestas que el candidato ganador le ofreció al país, y requieren aprobación legal,  se posiciona la mitad del Senado, requiriéndose en la mayoría de los casos, para lograr el objetivo, la mitad más uno.

En la Cámara de Diputados los candidatos electos incorporados y partidarios de la alianza ultra derechista suman 42, y los de la derecha tradicional 34, juntos están al límite de conseguir la mayoría para aprobar leyes con la totalidad de los diputados en sala.

Sin embargo, están lejos de alcanzar el requisito requerido para aprobar reformas constitucionales, aun sumando los 14 diputados elegidos por el Partido de la Gente, esto es los 5/7 de los diputados y senadores en ejercicio

En la otra vereda la coalición Unidos por Chile elige 61 de los 155 miembros que conforman la Cámara de Diputados y el pacto Verdes Regionalistas y Humanistas 3. 

Todos los independientes elegidos, excepto uno, lo hacen formando parte de listas de partidos.

Con ello el Progresismo logra contener el vendaval a su favor que anunciaba la derecha, y al contrario, el Congreso puede constituirse en un no despreciable dique de contención para impedir el deterioro de los derechos sociales que provocaría, por ejemplo, la reducción de los 6.000 millones de dólares del presupuesto público.

Este resultado arrojó también una transformación sustantiva en la estructura del sistema político. 

La estructura de organizaciones políticas que dará forma al nuevo sistema de partidos (con una reforma constitucional tramitándose en el Congreso) reduce de 24 a 11 los partidos que cumplen los requisitos para garantizar su existencia legal.

Algunos anunciaron que intentarán su reinscripción, aunque el aumento del padrón de electores pone una dificultad mayor para conseguirlo.

Los principales partidos que abandonan su existencia legal, por alianzas o coaliciones,  son el Partido Social Cristiano de la Alianza  ultra derechista Cambio por Chile los partidos EVOPOLI, Amarillos y Demócratas de la Alianza Chile Vamos (derecha tradicional),   el centenario Partido Radical de la coalición Unidad por Chile; en tanto que, de la Alianza Humanista, verde y social, quedan marginados los tres partidos que la crearon aun cuando, Acción Humanista y la Federación Regionalista Verde Social continúan teniendo representación.

Ponemos énfasis en este punto por cuanto, por las características del sistema político chileno, modelo de multipartidismo fragmentado, incide fuertemente en la capacidad de gobernar dificultando el logro de acuerdos mediante la formación de mayorías legislativas.

El sistema facilita las crisis de representación y dificulta los acuerdos de Estado.

Los peligros de la hegemonía de la ultraderecha pondrán en tensión al sistema, más que por el poder acumulado, (control total del poder ejecutivo y capacidad de iniciativa política con los 42 diputados elegidos sobre 32 de sus aliados); por las propuestas y el relato de campaña del candidato ganador.

Esto es, un Gobierno de emergencia focalizado en los temas de migración crecimiento y seguridad. 

Y aunque no han especificado los instrumentos que se usarán para conseguir las metas perseguidas, han dado señales más que suficientes para indicar su obsesión por los instrumentos utilizados por sus pares en otras latitudes del mundo (Orban, Trump, Bolsonaro, Bukele, Milei).

El más emblemático resulta ser la motosierra de Milei, alegoría que pretende ilustrar lo que se intentará hacer con los derechos sociales financiados con gasto público.

En varios de los países donde ello ha ocurrido la derecha tradicional ha tomado prudente distancia, en otros no tanto, está por verse lo que ocurrirá en Chile.

En la otra vereda, la candidata Jeannette Jara logró estructurar en su base política de apoyo, un conglomerado no menor de partidos inspirados en diferentes sensibilidades ideológicas, inédito en la historia de Chile, que considera el socialismo, el humanismo cristiano, la socialdemocracia, el liberalismo y hasta  el naciente wokismo. 

En ello consistió su principal legado político, paradojalmente es también su principal obstáculo para plasmarse en coalición, una amplitud que dificulta el encuentro y adopción de mínimos comunes.

Por ello, algunos han sugerido que la estructuración de una base política de  oposición al Gobierno de la ultraderecha sea liderada por una coalición que acoja a dos alianzas, una inspirada en la sensibilidad socialista y la otra inspirada en la sensibilidad socialdemócrata.

Es el debate que ocupará al progresismo mientras la ultraderecha toma posesión del poder.

Sin embargo,  independiente de la forma que adopte la articulación de sus agentes, algo que el progresismo debe recuperar, es el reencuentro con la base social empobrecida y marginada de los frutos del desarrollo.

Reencuentro que se debe enarbolar mediante un "relato épico", con líderes y lideresas proféticos que pregonen la "vuelta mesiánica" de una vida mejor.

Además de los cambios ocurridos en los sistemas ejecutivo y legislativo, sus pares acaban de elegir a Ana Gloria Chevesich como presidenta de la Corte Suprema de Justicia.

Por su pensamiento sobre el sistema judicial chileno, expresado en el discurso y la acción, es una luz de esperanza para que el sistema judicial chileno, comience a recuperar, su deber de juzgar conforme a derecho antes que conforme a la defensa de los intereses de las elites políticas y económicas.

 

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