viernes, 17 de enero de 2020

EL PROCESO CONSTITUYENTE DESDE LA PERSPECTIVA DEL SURGIMIENTO Y DESARROLLO DEL MOVIMIENTO POPULAR




El estallido social quebró la normalidad con que se venía desenvolviendo la vida social y política del país provocando un antes y un después.

Entre los cambios más significativos que es posible consignar está la puesta en marcha de un proceso constituyente que si llega a buen puerto arrojará como resultado el fin de la constitución de Pinochet y su reemplazo por otra que se elaborará partiendo de cero.

Ello emerge como efecto del resurgimiento y desarrollo en las calles de una masa movilizada que se mantuvo activa durante más de dos meses poniendo en jaque al gobierno que, a falta de otra denominación llamaré, Movimiento Popular.

Con la categoría Movimiento Popular los politólogos y la historiografía en general denominó el conglomerado de organizaciones sociales y políticas que configuraban la plataforma social y política identificada con la izquierda las tres décadas anteriores a su ascenso al poder con el triunfo en las elecciones de 1970.

La diferencia de un movimiento social con el movimiento popular es que mientras el movimiento social está conformado por un conglomerado de personas que tienen una identidad expresada en una situación de injusticia que es particular y específica de ese conglomerado, y se organizan para superarla en forma colectiva reivindicándola preferentemente frente al gobierno de turno; el movimiento popular en cambio está configurado por un conglomerado heterogéneo de personas y organizaciones identificadas con el concepto de “pueblo” (con toda la vaguedad que ello significa) y como tal sufren una situación consignada por una multiplicidad de injusticias cuya solución rebasa la reivindicación puramente social proyectando la protesta del plano social al político. En resumen, mientras el hábitat del movimiento social es la sociedad civil, el hábitat del movimiento popular es la sociedad política. Por ello forman parte del movimiento popular también las organizaciones políticas que se constituyen en “su vanguardia política”. 

La respuesta a este conjunto heterogéneo de demandas se configura en un proyecto país que sólo es posible hacerlo realidad disputando y accediendo a una parte significativa de la estructura de poder.
Este símil que he hecho con la realidad de las décadas previas al triunfo del gobierno popular del año 70 es sólo teórica, de surgir y desarrollarse un movimiento popular en el Chile de hoy deberá enfrentar una  realidad que sería significativamente diferente; partiendo por el hecho que su desenvolvimiento no se materializaría en un escenario configurado por el modelo de la “economía del bienestar” y el llamado “Estado de compromiso” sino por el neoliberalismo con todo lo que ello significa. Me referiré a ello más adelante.

No es lo único, también se trata hoy de un disperso número de partidos de izquierda, algunos desideologizados y autoidentificados como “instrumentales” y otros contaminados fuertemente por la ideología liberal.

También habría que consignar la crisis de representación que afecta a los partidos de todo el arco político. Y sobre todo una lógica de funcionamiento que los ha transformado de “partidos de militantes” a “partidos de electores”; con parlamentarios (dueños de los votos) convertidos en “pequeños caciques” que se relacionan con su clientela a través de operadores “profesionales” proyectando una imagen de “casta” con domicilio en el Congreso, con un nivel de aceptación del 3% según la última encuesta CEP.

Formando parte también del escenario político encontramos una derecha que se debate entre el desconcierto expresado en la Moneda y la soberbia expresada en el Congreso, lo que le ha impedido reaccionar con la premura y la eficacia que la situación requiere respondiendo como Gobierno a la demanda “de la calle”. Por cierto no es lo único, tal vez lo que más ha afectado al  ala derecha del espectro político es el haber sido sacada de su zona de confort; en efecto, su mayor acierto fue la habilidad que tubo para gobernar sin ganar las elecciones en los últimos 90 años, haciendo un uso eficaz de los poderes fácticos y en el último tiempo de una constitución “tramposa”, curiosamente hoy ha ganado las elecciones y ha perdido capacidad para gobernar ejerciendo el poder que ello le permite.

En este contexto la izquierda tampoco ha tenido la capacidad ni arrojo para aprovechar este vacío de poder llamando a la desobediencia civil como la calle lo clamaba a gritos en medio del estallido. La tramitación de censura a Piñera fue apenas un saludo a la bandera sabiendo que su posible aprobación no contaba con los votos.

En la esfera política se dijo que el estallido social sorprendió a todos, me incluyo, curioso porque, que hubo señales ….. las hubo; ya en el gobierno de Piñera Uno, hicieron su aparición en zonas alejadas de la metrópolis pequeños estallidos en los que se comprometieron habitantes de localidades, comunas y hasta provincias enteras, Magallanes y Aisén por el Sur, Freirina por el norte; antes de cumplir el primer año el Gobierno de Bachelet Uno, la propia presidenta fue sorprendida por el "movimiento de los pingüinos" que también mostró características de nuevo tipo, (“nunca nos imaginamos que fuera tan tremendo” dijo sorprendida “La Jechu” una de las voceras más emblemáticas al ser entrevistada por una periodista de Televisión Nacional)  características que en gran medida de reprodujeron en forma amplificada el 2011 con el movimiento "por el derecho a la educación" también bajo el gobierno de Piñera Uno. Las expresiones de protestas inclusivas en las llamadas "zonas de sacrificio" son más recientes, incluso movimientos sociales más atípicos como el “no más AFP”, y manifestaciones de tamaño inusual como el tremendo 8 de marzo del 2019 del movimiento feminista lo vimos todos por la tele.

Nunca los adjetivos trasversal e inclusivo fueron mejor utilizados como cuando se utilizaron para adjetivar la participación del pueblo en el estallido social, de Arica a Magallanes, de mar a cordillera, de La Pintana hasta Providencia e incluso Las Condes, desde los jóvenes que levantaron la bandera de la protesta saltando los torniquetes del metro hasta los adultos mayores que en medio del estallido marcharon con bastones y en silla de ruedas.

Es la magia del neoliberalismo.

Nunca los mentores ni gestores del neoliberalismo se imaginaron el efecto que provocaría "la chichita con que estaban curando" a un país entero. El neoliberalismo es en esencia una forma que adopta el capitalismo en alguna  de las etapas más recientes de su desarrollo, el apelativo de modernización capitalista está bien puesto. Se adopta cuando la etapa anterior se agota, y se agota cuando se agota el proceso de acumulación. En esencia el neoliberalismo es una nueva forma de acumulación capitalista, una forma de acumulación capitalista que en su primera fase (como siempre) se produce fuera de las leyes del mercado, es lo que pasó en Chile, partiendo con la privatización de las empresas públicas (a precio de "gangas") y el traspaso al gran capital del ahorro previsional de los trabajadores, hitos emblemáticos del proceso son la privatización de la educación, del agua, de las obras públicas; el Estado subsidiario, que creó las condiciones para que el acceso a servicios como la vivienda y la salud también fueran proveídos por la empresa privada con recursos públicos.

En el plano social el proceso genera una capa de la sociedad que el sistema no es capaz de absorber y para el cual el propio sistema también tiene respuesta: su transformación en emprendedores partiendo con la venta de cachureos en la cuneta. Paralelamente a ello los productores de mercancías, reproducidos como callampas deben realizarse como capitalistas para lo cual deben vender sus productos, la publicidad hace lo suyo, el consumismo se instala en la cabeza de los ciudadanos y la banca ofrece los recursos para cerrar el círculo. Es una esquemática explicación de porqué en la plaza de la Dignidad se confunde el vendedor de cachureos de la Pintana con los sectores medios y medios altos agobiados, enloquecidos y empobrecidos por las deudas impagas de Ñuñoa y Providencia. Los primeros ponen la fuerza (tiene poco que perder) y los segundos ponen la masividad. Es la parte sustancial del "pueblo" en los tiempos del neoliberalismo.

En otras palabras es el pueblo de un hipotético movimiento popular en los tiempos del neoliberalismo.

Es un pueblo que se levanta y protesta sin banderas políticas transparentando el hecho que no tiene vanguardias políticas. Ese el gran déficit. 

Su principal mérito, por otro lado, además de su masividad, es la heterogeneidad de los grupos y movimientos sociales de todos lo tamaños que alberga en su seno, protestando contra el TAG y los peajes, los abusos de los monopolios, el CAE y los abusos del sistema bancario, el machismo y toda forma de discriminación, etc., etc., etc. En una frase los 30 años de neoliberalismo.

El levantamiento social de una masa humana sin líderes políticos que los conduzca tiene sus riesgos que también se expresaron en el este estallido social, por ejemplo, la falta de interlocutores para parlamentar con los representantes del otro lado de la vereda, específicamente el Gobierno. Pero principalmente el descontrol de algunas acciones de fuerza o más específicamente el así llamado "vandalismo".

Una aclaración, las acciones de fuerza constituyen un legítimo instrumento de lucha si se usan correctamente, tal como lo considera la historiografía de los movimientos sociales en Chile, cuando reconoce las acciones de fuerza que coinciden con un objetivo político categorizándolas como "expresiones primitivas de rebeldía" antes que como vandalismo.

Sólo si no es el caso el resultado es contraproducente, y ello es fácil que se produzca cuando el vacío de liderazgo político es cubierto por personajes vinculados a sectores narcos, anarcos o al bandidaje. Sobre todo considerando que en especial el bandidaje en los tiempos del neoliberalismo no es una estrategia de sobrevivencia como podría haberlo sido en épocas anteriores sino una estrategia de negocios, lo dicho es válido también para el narcotráfico.

En resumen, teniendo en cuenta las ideas expuestas, a la pregunta sobre cómo insertarnos al proceso constituyente como CASA QUINTIL yo respondería:

1.- Evitar caer el fetiche del proceso constituyente. Lo que pase en el proceso constituyente será un reflejo de lo que pase fuera del proceso constituyente.

2.- Focalizar nuestra atención en la contribución que podamos hacer porque los gérmenes del nacimiento de un Movimiento Popular se desarrollen y lleguen a buen puerto. Como se expresó en el texto, el principal déficit para que ello ocurra es la carencia de liderazgo.

3.- Sobre el debate y gestión en el proceso constituyente propiamente tal sugiero abordar en profundidad dos temas; uno asentado en en el área económica como es la propiedad privada de las fuentes generadoras de riqueza, y más específicamente en el uso de la renta generada a partir de de su explotación; y otro asentado en el área política: el plebiscito revocatorio. Me referiré a ello más adelante. 



ALBERTO BASTÍAS CORREA
ADMINISTRADOR DEL BLOG
VALPARAÍSO ENERO 2020