lunes, 21 de febrero de 2022

NUEVO GOBIERNO AD PORTAS, APROXIMACIONES A LA CARACTERIACIÓN DEL ESCENARIO POLÍTICO. BITÁCORA FEBRERO 2022

EDITORIAL
CASA QUINTIL
21 de febrero 2022

NUEVO GOBIERNO AD PORTAS. APROXIMACIONES AL ESCENARIO POLÍTICO, LA ESTRUCTURACIÓN SOCIAL. (2)

En algunos días más el primer representante de una coalición de izquierdas en ganar las elecciones presidenciales desde que Salvador Allende lo hiciera en septiembre de 1970, asumirá el control del Gobierno.

Al igual que en aquella oportunidad la coalición que el nuevo presidente lidera, Apruebo Dignidad, controlará sólo una parte Congreso. El signo que identificará al nuevo Gobierno será su opción por las transformaciones, para cuya materialización requerirá conseguir en el Parlamento votos con los cuales la coalición hoy no cuenta.

En la segunda vuelta presidencial G. Boric obtuvo el triunfo porque informalmente se plegaron otros sectores a su campaña. La articulación se formalizó cuando el presidente electo elige las autoridades de primer y segundo nivel que se harán cargo de la conducción del Gobierno. Articulación que tampoco garantizará, en un 100% el apoyo a los proyectos transformadores en el Congreso.

Sin embargo, en el escenario político post estallido social se observa la presencia de dos elementos surgidos como efecto del propio estallido que, en la dinámica política, generan condiciones para que las trasformaciones se abran paso. El proceso constituyente y un pueblo empoderado y en proceso de articulación social.

El proceso constituyente es un fenómeno cuyo análisis rebasa los objetivos de esta editorial, por ahora expondré sólo dos aristas; el debate sobre la constitución tiene una clara orientación antineoliberal, constituyéndose con ello en un poderoso impulso a las transformaciones estructurales propuestas en el programa de gobierno; impulso que será tanto más poderoso cuando los “colectivos” abandonen la lógica de los “gustitos personales” de sus operadores, y adopten una lógica que converse con la articulación natural del bloque Apruebo Dignidad como alianza política; y con ello, seduzcan a los herederos del formidable proyecto político, hoy fracturado, que era la lista del pueblo.

Lograr la articulación social es, por cierto, más complejo que conseguir la articulación política. Sin embargo, para lograr con éxito los objetivos del nuevo Gobierno es necesaria, se diría imprescindible.

Las condiciones para que ello se produzca están a la vista, si sumamos los votos conseguidos por los candidatos de la ex concertación en la primera vuelta, a los que el mismo obtuvo, y lo comparamos con los que consiguió en segunda vuelta, los números no calzan, la explicación de ello hay que buscarla en la emergencia de los conglomerados sociales surgidos en los últimos años en Chile que encontraron en el estallido social el momento oportuno para salir a la superficie.

El triunfo de Kast en primera vuelta encendió la alerta, y franjas del pueblo organizadas en el marco del estallido social como cabildos o asambleas populares, junto a movimientos sociales emergentes como el feminista, ambientalista, indigenista y otros surgidos fuera de los movimientos sociales más consolidados se incorporaron a la campaña de segunda vuelta para dar a G. Boric el espectacular triunfo del cual fuimos testigos.

Lo ocurrido hoy con los retiros previsionales, así como lo ocurrido ayer en el gobierno popular con la reforma constitucional que posibilitó la nacionalización del cobre, avala el hecho que el pueblo empoderado puede doblar la mano a las elites enquistadas aún en las alturas de la estructura de poder.

La estructuración social en el Chile de hoy es una asignatura pendiente. Para abordarla las organizaciones políticas que integran el bloque Apruebo Dignidad deberán poner sus dos pies en el Gobierno, sus dos pies en el Congreso, sus dos pies en el proceso constituyente y, sobre todo, sus dos pies “en la calle”.
 


CASA QUINTIL

EDITORIAL

14 de febrero 2022

 NUEVO GOBIERNO AD PORTAS. APROXIMACIONES A LA CARACTERIZACIÓN DEL  ESCENARIO POLÍTICO (1).

 Se aproxima la fecha en que las nuevas autoridades deberán hacerse cargo de la conducción del nuevo Gobierno.

 Cuando ello se produzca, desde el primer día, deberán abordar con eficacia y profesionalismo la administración, el manejo y la gestión de las instituciones que forman parte del aparato de Gobierno.

 La obviedad de lo señalado cobra significación política cuando consideramos que en el escenario político del momento en que ello se va a producir, se deben considerar al menos dos fenómenos cuyo abordaje requiere, “un tratamiento de urgencia y con cirugía mayor”, diferente, por cierto, a las recetas adoptadas por el actual Gobierno, (tomadas del recetario sugerido por el neoliberalismo) que ya han demostrado su ineficacia.

 Nos referimos a la pandemia, que hoy transcurre en un momento particularmente complejo, y la seguridad nacional transparentada en un monstruo de cuatro cabezas, el narcotráfico, las migraciones, la delincuencia barrial y la forma que ha adoptado en algunos sectores del pueblo mapuche su conflicto con el Estado.

 Lo anteriormente señalado   no puede hacernos perder de vista que, el factor identitario que diferenciará el nuevo gobierno con sus pares transcurridos en el pasado reciente serán las transformaciones que sea capaz de materializar, las que están debidamente identificadas en el programa de Gobierno.

 El compromiso con el cumplimiento del programa es, por cierto, el factor que legitima a las autoridades de primer y segundo nivel recientemente nominadas, como se ha señalado desde el momento que el nombre de ellas fue dado a conocer.

 Mientras el manejo eficiente de las tareas relacionadas con la administración y gestión se hará sentir de inmediato en la vida cotidiana de los ciudadanos, serán las transformaciones, cuyos efectos seguramente se harán sentir en el mediano y largo plazo, las que darán forma al legado que todo gobierno quiere dejar y, en lo inmediato, transparentar que algo nuevo está por nacer.

 Las reformas a los sistemas previsional, policial y laboral, (por nombrar sólo tres), no admiten más demoras y; las tramitaciones de que ya han sido objeto, tampoco soportan nuevos aplazamientos. Lo mismo corresponde decir, por cierto, en lo referente a una reforma tributaria que proveerá los recursos fiscales para la implementación de los cambios que  los requieran.

 Al respecto, y a manera de gestos, (que todo nuevo gobierno requiere hacer para perfilarse frente a la ciudadanía), desde el ejecutivo se podría solicitar la disminución de los tiempos de tramitación a los proyectos actualmente en trámite en el Congreso que dicen relación con los temas mencionados, como la jornada laboral de 40 horas, el aumento del salario mínimo, el impuesto a los super ricos y la revalorización del royalty minero. Temas que, como se sabe, cuentan con una manifiesta aprobación ciudadana y su rechazo provocaría tensiones en un Congreso cuya disponibilidad para aprobar cambios de mayor envergadura está por verse.

 


CASA QUINTIL

EDITORIAL

5 de febrero 2022

 

CONVENCIÓN CONSTITUYENTE. ESTRATEGIA DEL CONTINUISMO: “GATOPARDISMO” O RECHAZO.

 

En el plebiscito de entrada, el continuismo, como era de esperarse levantó la bandera del rechazo, la misma que con toda seguridad levantará en el plebiscito ratificatorio. Con algunos matices, sus partidarios, que se postularon a la elección de convencionales, en campaña levantaron la misma bandera, el resultado arrojó un triunfo por paliza de los partidarios del apruebo, (80 -20).

Instalada la convención, la dispersión por motivos ideológicos, instrumentales, corporativos, pertenencia a parroquias partidarias, o identidades fundadas en diversas consideraciones, como, pertenencia a pueblos originarios, movimientos feministas o ambientalistas, incluyendo los independientes antisistema; dificultaron la articulación de los partidarios del apruebo en un bloque que les permitiera  conseguir los dos tercios que requieren la normas para ser incorporadas al texto que finalmente se plebiscitará.

Organizados en “colectivos” los convencionales (continuistas incluidos) se incorporaron a las primeras tareas programadas, elección de presidencia, vicepresidencias, y elaboración del reglamento. Los directivos que lideraron esta primera parte del proceso, vieron en esta disposición del continuismo de incorporarse “al baile”, una “garantía que otorgaba legitimidad” a la obra en construcción, y para afianzar su apuesta, sobrevaloraron la participación en los espacios de dirección a los partidarios del rechazo, en desmedro de partidarios del apruebo, tensionando incluso la campaña presidencial del bloque apruebo dignidad.

Las condiciones creadas, abrieron la posibilidad para que los continuistas formando parte del proceso constitucional levantaran una segunda estrategia, (alternativa y complementaria aunque parezca paradójico), que a falta de un mejor nombre la he llamado “gatopardismo” aludiendo a la alegoría política concebida por el Príncipe de Salina en Sicilia, durante la revolución unificadora, y expresada en la famosa frase “todo debe cambiar para que todo siga como hasta ahora”, o sea,  incorporarse al proceso constituyente elaborando normas “espejo” de la vieja constitución en la nueva en proceso de elaboración; y, en el evento de “no  conseguir el propósito amenazamos con el fantasma del rechazo”.   

Esta estrategia se ha transparentado con mayor nitidez, cuando el proceso constituyente entra en una segunda fase conducida por nuevos liderazgos y focalizada en la redacción de normas.

Es así como hemos sido testigos de las demoledoras campañas publicitarias de que han sido objeto algunas propuestas que han surgido en las iniciativas populares de norma relacionadas a temas como, derechos de agua, gestión y propiedad de las riquezas naturales constituidas en fuentes de riqueza, nacionalización de las grandes empresas mineras, elección de autoridades del poder judicial, derechos de la ciudadanía a la libertad de información, entre otras.

Campaña que, en su discurso, no se ha reparado en el hecho que se trata sólo de iniciativas, las que, para transformarse en normas deben seguir un largo proceso de tramitación. Campaña a la que han concurrido una nutrida gama de conspicuas personalidades y representantes de, o vinculados a, las instituciones que configuran el andamiaje de los poderes fácticos e institucionalizados. Campaña a la que se han sumado incluso organismos internacionales como la siniestra Comisión de Venecia, cuyos actuales representantes chilenos acusan presencia en un pasado reciente en la elite del poder judicial y el tribunal constitucional.